Fragmento de ‘La
raíz del rosal’ de Gabriela Mistral. “He aqui lo que
hablaron cierto día al encontrarse, un hilo de agua y una raíz de rosal: -
Vecina raíz, nunca vieron mis ojos nada tan feo como tú. Cualquiera diría que
un mono plantó su larga cola en la tierra, se fue y la dejó. Parece que
quisiste ser una lombriz, pero no alcanzaste su movimiento en curvas graciosas,
y sólo le has aprendido a beberme mi leche azul. Cuando paso tocándote, me la
reduces a la mitad. Feísima, dime, ¿qué haces con ella?
Y la raíz humilde respondió: - Verdad, hermano
hilo de agua, que debo aparecer ingrata a tus ojos. El contacto largo con con
la tierra me ha hecho parda, y la labor excesiva me ha deformado, como deforma
los brazos al obrero. También yo soy una obrera: trabajo para la bella
prolongación de mi cuerpo que mira al sol. Es a ella a quien envío la leche
azul que te bebo. Hermano hilo de agua, sacarás cualquier día tus platas al
sol. Busca entonces la criatura de belleza que soy bajo la luz”.
FUENTE: BECKER, Idel. Manual de Español, Livraria Nobel S.A.,
1970. p. 45, 46